miércoles

D e P l a c e b o
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Y si después de todo nuestras decisiones no son más que señuelos, pistas falsas.

Cada una de nuestras pequeñas elecciones parece ser el signo manifiesto de nuestra libertad, el yo libre que se afirma a sí mismo en cada cruce de caminos. unas veces más que otras, confiamos nuestras esperanzas, nuestro mal llamado destino, a las consecuencias precariamente previsibles de nuestras acciones. Como si tras ellas se perfilara algo nuevo, y a menudo creemos que esta nueva decisión me arrastra en un sentido completamente distinto. Gracias a esta decisión particular, esta elección al mismo tiempo arbitraria y trascendente, me invento un derrotero personal. Allende de esta preferencia, está la vida misma, allá adelante, aguardando tras esa oportunidad querida por mí mismo. Las cosas adquieren un sentido congruente con lo que he hecho, en virtud de esta decisión mía, clara y distinta...

Y a fin de cuentas no nos movemos. Todo permanece idéntico, al final todo está igual de inconcluso e innecesario que al principio, vacío, inerte. Y se ve que todo es un escenario, y tú una marioneta libre en albedrío que se creyó libre. Una máscara, una caricatura, un puñado de tierra que un día adquirió voluntad y se creyó destinado al cielo. Y nada se decide tras una elección, optar por esto o aquello. Nada cambia en el mundo ni estamos más cerca de nada.